La XVIII edición de la Puig Vela Clàssica comienza con fuerza: primeras victorias y belleza náutica frente a Barcelona
- Barcelona vuelve a convertirse estos días en capital mundial de la vela clásica con el inicio de la XVIII edición de la Puig Vela Clàssica
- El museo flotante de la vela clásica vuelve a Barcelona
- Mariska, Yanira, Clarionet, Amorita, Le temps Perdu y Stiletto líderes en sus respectivas categorías
Barcelona vuelve a convertirse estos días en capital mundial de la vela clásica con el inicio de la XVIII edición de la Puig Vela Clàssica, que ha vivido hoy su primera jornada de competición con unas condiciones ideales para el espectáculo náutico. Y donde las embarcaciones participantes han ofrecido imágenes de gran belleza e historia. El Real Club Náutico de Barcelona acoge de nuevo esta cita única, en la que tradición, competición y elegancia se dan la mano frente al skyline de la ciudad condal.
Tras esta primera jornada, Mariska, Yanira, Clarionet, Amorita, Le Temps Perdu y Stiletto se sitúan provisionalmente a la cabeza de sus respectivas categorías. La flota, compuesta por auténticas joyas de la navegación clásica, ha dejado claro que la emoción está servida desde el primer minuto, y promete grandes duelos, viento e intensidad durante los tres días que dura la competición. Los participantes seguirán midiendo su destreza en el mar en busca de un puesto en el palmarés de esta competición ya legendaria.
Victorias ajustadas y un espectacular duelo entre gigantes
La regata ha dado comienzo a las 13:00 horas frente al Port Fòrum. La primera de las cuatro salidas fue para los Clásicos y Modern Classic, seguidos por los Cangreja y Big Boats.
El recorrido escogido fue el número 4, sin desmarque inicial, con cinco tramos (ceñida, empopada, descuartelar, través y largo) y 15,5 millas de distancia, idóneo para el viento de levante (70º), que comenzó soplando con 12-14 nudos de intensidad. Más tarde, cuando las nubes se despejaron y lució un sol radiante, el viento bajó un par de nudos.
Poco después de tomar la salida la flota de clásicos, el Silvio, de Luis Penalva, desarboló, probablemente por una rotura en la jarcia que dejó de sostener el mástil, el cual se rompió de forma irremediable.
En el primer tramo de ceñida fue memorable la lucha entre los Big Boats Mariska y Hallowe’en, que navegaron en paralelo midiéndose en un intenso duelo, donde salir vencido suponía ser desventado. Durante más de una milla cazaron escotas y ajustaron velas buscando las máximas prestaciones. Finalmente, fue el Hallowe’en quien optó por desmarcarse, alejándose de la costa y cediendo en consecuencia el liderato al Mariska.
El segundo tramo, de estricta empopada, no permitió navegar a rumbo directo, requiriendo una o incluso más maniobras de trasluchada, que en estos barcos vintage siempre suponen un desafío para completarlas sin errores ni averías. Una buena oportunidad para que las tripulaciones con más talento ganaran metros a sus rivales. Más sencillos resultaron los dos tramos siguientes, en rumbos directos y veloces, que no ofrecieron oportunidades tácticas, pero sí permitieron brillar a quienes mejor supieron exprimir el potencial de sus embarcaciones.
En Big Boats se confirmó la victoria del Mariska, patroneado por Dan Pojsak, que tras la compensación de tiempos se impuso por solo 37 segundos al Hallowe’en, llevado por Iñigo Strez, después de las 2:18 horas que tardaron en completar el recorrido. Tercero se clasificó el Star Sapphire of London, de Jakob Glatz, y cerró la clasificación el Gael I, de Gael Sas.
Un año más, la flota de Clásicos tuvo dos clasificaciones, acorde al tamaño de los barcos. En Clásicos 1 se impuso el Yanira, de Jan Heuninck, seguido por el Kahurangi, de Pepe de Miguel, ambos del Real Club Náutico de Barcelona. Completó el podio del día el Nerissa, de Leonardo García, que compite por el Real Club Marítimo de Barcelona. El mejor del día entre los Clásicos 2 fue el británico Clarionet, de Andrew Harvey, que precedió al Kanavel (RCN Barcelona), de Javier Mestre, y al Sea Fever (CN Vilanova), de Enrique Curt.
La flota de Época Bermudian comenzó la regata con un adelanto en la salida por parte del Falcon y del Manitou, que fueron penalizados con tres puestos en su clasificación. De todas maneras, el italiano Amorita, de Claudio Mealli, fue el más rápido, superando al portugués Falcon antes de que se le aplicara la penalización, que lo relegó al quinto puesto. Heredó la segunda posición el británico Argyll, de Griff Rhys, y completó el podio el Almaran New York (CN El Balís), de Manel López, beneficiado por la penalización al Manitou 1937. En la flota de Época Cangreja, la victoria fue para Le Temps Perdu de Nelson Hausmann.
En la categoría de Modern Classics la victoria fue para el Stiletto, del británico Scot Yeates (Suffolk YC), que superó al germano Legolas (RCN Palma), de Jens Rickie. En tercera posición se clasificó el Phidias (RCN Barcelona), de Jordi Puig, tras la penalización al Melbac (RCN Barcelona), de Belén García Guillén, por adelantarse al tiro de salida.
14 tripulantes, 9 de ellas mujeres: el equipo de Mónica Xufré al mando del Bakea, rompe moldes.
“Me gusta que haya buen rollo a bordo por encima de todo, también en regata. Por eso hay muchas mujeres a bordo, muchas más que en otros barcos. Este año, en nuestra tripulación de 14 personas seremos 9 mujeres”.
Más que probablemente, Monica Xufré es la única persona que ha competido en todas las ediciones disputadas de la Puig Vela Clàssica, pero además es de las pocas mujeres que patronea su barco.
En 2008 compró el Bakea unos meses antes de la primera cita de esta regata, y nada mejor que navegarlo en una regata para irlo conociendo. Tan solo dejo de competir con él dos años, pero ella no faltó a la cita de “la Puig” enrolada en el Karmatan II y el Namibia.
“Los barcos de madera me gustan por su calidez y personalidad única, ya que se construyen artesanalmente, los vivo y disfruto como mi segundo hogar”, nos explica. El Bakea es un viejo conocido en los pantalanes del Real Club Náutico de Barcelona, donde en 1965 lo amarraron sus primeros propietarios, la familia Mercadal, y donde Mónica Xufré lo llevó de vuelta al adquirirlo. Construido en Astilleros Viudes tiene 16,77 metros de eslora por 4,04 de manga, está aparejado en ketch con bañera central y altos francobordos, resultando una más que generosa habitabilidad interior. “Puedo presumir de tener uno de los barcos que mantienen estrictamente su estado original. Todas las tablas del casco son las que utilizó Viudes para forrar el casco y su estado de conservación es impecable”.